Plataformas, algoritmos e IA: questões e hipóteses na perspectiva da midiatização

Sobre la hipermediatización como proceso y las sociedades hipermediatizadas como resultado 271 Ahora bien, dicho esto, es necesario formular una aclaración. En esas pocas páginas también se hace presente la idea de proceso. No sólo porque cuando se refiere a una sociedad me- diatizada expresa también que está viviendo en una sociedad en “vías de mediatización”, sino porque cuando habla del pasaje de una sociedad a otra utiliza explícitamente esa noción: “la socie- dad mediática, en la aceleración de ese proceso (el subrayado es nuestro) que hemos llamado ‘revolución de las tecnologías de la comunicación’, cambia, todavía sin saberlo, de naturaleza: se vuelve poco a poco en una sociedad mediatizada” (Verón, 1984, p. 14). ¿Qué estaba en el centro de su atención en esos años, cuál era el proceso de mediatización al que hacía referencia y que más le interesaba? Aquello que Verón focalizaba en sus análisis era a la mediatización de los “tres órdenes de funciona- miento del sentido” distinguidos por Charles Sanders Peirce, por parte de los medios masivos (p. 17): el orden del símbolo, el del icono y el del índice (y destacaba también que históricamente esta apropiación por parte de la mediatización se produjo, para él, en orden inverso al de la ontogénesis del sujeto).4 4 Dice Verón: “Hay que notar, de todas maneras, que la mediatización de esos tres niveles de funcionamiento se ha producido en un orden inverso al de la ontogé- nesis: si el sujeto se constituye a partir de la estructuración de su cuerpo significante en el contacto para llegar al orden simbólico del lenguaje, pasando por la figuración, los medios se han apropiado en primer lugar de la escritura, después del orden de la figuración a través de la fotografía y el cine, para conducir finalmente a la mediatización del contacto, parcialmente con la radio, plenamente con la televisión. Afirmo que la gran aventura histórica del cine ha sido, en razón de su apropiación de la diégesis ficcional, la de hacerse cargo del universo de la representación, es decir, del orden icónico de la figuración, mientras que la televisión (en lo que hace a su especificidad frente al cine) se ha convertido en el medio del contacto” (Verón, [1984], p. 19). Quizás no esté de más aclarar que por mi parte he propuesto en Después d l fin. Una perspectiva no antropocéntrica sobre la post-tv, el post-cine y YouTube (Carlón, 2016) una historia con puntos de semejanza y diferencias con la que relata Verón. Consta de tres grandes etapas: a) antropocéntrica (basada en la mediatización del orden simbólico y la iconicidad, aún no maquinística y en la que los discursos no contienen vida; b) una no antropocéntrica basada en in- clusión automática de la indicialidad en todos los dispositivos y lenguajes de la revolución industrial, que provoca signos de existencia que contienen vida (es decir, naturaleza); y c) un “giro” antropocéntrico cuando emergen los actores/ enunciadores orgánicos (individuos, colectivos) como administradores de sus propios “medios de comunicación” (Carlón, 2012). Mi visión actual, siete años después, es que ese giro perdura y es fundamental para comprender nuestra contemporaneidad, pero que a la par la dimensión automática maquinística se

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