Sobre la hipermediatización como proceso y las sociedades hipermediatizadas como resultado 285 Digitalización: ola, según Couldry y Hepp (2016), en la que se apoya la mediatización profunda y cuyo vínculo con la hipermediatización y la circulación hipermediática del sentido es claro. Es probable que una de las características sobre la que más se hablado de la digitalización, que es la virtualidad, no sea muy importante para los estudios hipermediáticos. Mucho más relevante es que la digitalización general de todos los medios y sistemas mediáticos generó la materialización de todos los dis- cursos y su compatibilidad. Es decir, por un lado, el hecho de que, en una sociedad de “mediatización estratificada”, un discurso surgido, por ejemplo, desde WhatsA p puede generar un flujo de sentido hacia las redes sociales (ser compartido en Twitter, por ejemplo) y luego retomado por los medios masivos. Y que, luego, todo ese recorrido de la circulación (no debe olvidarse aquí que la circulación no es lineal, que en cada estamento hay operaciones de reconocimiento y luego de producción y enun- ciación, y así sucesivamente) pueda estudiarse gracias a que se ha materializado (del mismo modo que puede estudiarse un hilo en Twitter). La articulación de estos dos fenómenos generó el fin de la invisibilidad de la circulación discursiva (fenómeno que comenzó a ser determinado en el estudio de comunicaciones institucionales por Antonio Fausto Neto [2010] y sobre el cual volví [en Carlón, 2022b]). Plataformas/Aplicaciones: aquí se encuentra una de las claves de los debates actuales sobre la mediatización, por- que muchos enfoques advierten una crisis de los medios. Nuestro enfoque aquí es: es claro que hubo una crisis de los medios como instituciones y de su poder para programar desde la oferta la vida social (crisis de los medios masivos – Carlón y Scolari, 2009; Verón, 2009). Pero esa crisis vino acompañada por la apa- rición de plataformas como Facebook, el primer YouTube (antes de la compra por parte de Google, cuando impulsó el broadcast yourself de los amateurs) y Twitter, que habilitaron a los acto- res/enunciadores orgánicos (individuos y colectivos) a adminis- trar sus propios “medios de comunicación”. Es probable que las empresas tecnológicas corporativas no sean medios (un largo debate, como se sabe), pero eso no implica que no hayan brinda- do la posibilidad de administrar su propio “medio de comunicación” a cada actor/enunciador (a más de la mitad de la población
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