Mario Carlón 286 mundial), y que desde entonces no hayan cambiado radicalmente el espacio público, el privado y el íntimo, y el modo de produ- cir, publicar, recibir y apropiarse de discursos producidos por todo tipo de actores institucionales (desde los generados por la Iglesia Católica o la FIFA al último amateur). Es decir, dar origen a una escena contemporánea (hoy hay más medios que nunca en la historia, de diferente estatuto, y mucho más “comunicación”). Algoritmos: unas pocas palabras sobre el complejo campo de investigación que va de los algoritmos a la A.I. No pa- recen quedar dudas de que estos desarrollos están afectando ya a todos los niveles de análisis, de lo micro a lo macro y viceversa. Y que, como sucede con otros campos de investigación, habrá dos enfoques, uno antropocéntrico, que parece ya dominante, porque enfoca directamente a la problemática de la desigual- dad13 y otro no antropocéntrico, que debería centrarse más en las transformaciones que el automatismo de escala no humano introduce en todos los niveles de la semiosis (a la que ha trans- formado en una red no antropocéntrica). Como lo que hay por decir es tanto, y desde la perspectiva que piensa mediatizacio- nes que el sentido se ha dicho muy poco, en este texto nos limi- taremos a realizar dos señalamientos. El primero es sobre el nivel de la “producción del sentido”. Aunque faltan estudios y publicaciones específicas, no hay dudas de que afecta de modo radical todos los niveles. El prin- cipal déficit actual probablemente es que la atención está más puesta en cómo imita la producción humana que en qué puede diferenciarse, pero sin dudas altera profundamente la relación actor/enunciador-discurso, la representación, las sintagmáticas y las gramáticas de producción. 13 Véase Crawford: “La I.A. no es una técnica computacional neutral que tome determinaciones sin una dirección humana. Sus sistemas están integrados en mundos sociales, políticos, culturales y económicos, delineados por humanos, instituciones e imperativos que determinan lo que hacen y lo que hacen y cómo lo hacen. Están diseñados para discriminar, ampliar jerarquías y codificar cla- sificaciones estrechas. Cuando son aplicadas en contextos sociales como la vigilancia policial, el sistema judicial, la salud y la educación, pueden reproducir, optimizar y amplificar las desigualdades estructurales. Esto no es casual. Los sistemas de A.I. están construidos para ver e intervenir en el mundo de maneras que benefician principalmente a los Estados, las instituciones y las corporacio- nes a las que les sirven” (Crawford, 2022, p. 321).
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